Poder y abrirme...
Ya tengo el sol en la boca.
Ato el viento
con las cadenas de tus labios.
Me deshilvano
los pliegues del cerebro,
olvido mi cabeza
en tu memoria
y el frío se desagita
y diluye en el cansancio.
Marta Alicia Pereyra
Salvador Felipe Jacinto Dalí i Domènech, Marqués de Pubol
(Figueras, 11 de mayo de 1904 — ibídem, 23 de enero de 1989),
más conocido como Salvador Dalí, fue
un pintor, escultor, diseñador, escritor y cineasta español.
En una playa de mi sueño
los instantes, segundos,
minutos y horas se doblan
y cuelgan de la rama de la vida.
¿Son de material plástico?
Ella duerme y su párpado se pliega,
sus pestañas acarician pretéritos,
su nariz huele presentes,
su lengua lame futuros,
busca una esperanza.
Las horas se derriten
en la aridez del tiempo
y el mar se coagula en un huevo.
Está cerca la distancia silencio.
¿Ella está viva?
Está en las volutas de la memoria.
¿Algo persiste?
Sólo el pasado no es suyo.
Su presente es la biografía de la ausencia
y en una ranura se cuela el mañana.
Oye el tic tac.
Es la costumbre de medir el tiempo.
En una playa de mi sueño
los instantes, segundos,
minutos y horas se doblan
y cuelgan de la rama de la vida.
¿Son de material plástico?
Ella duerme y su párpado se pliega,
sus pestañas acarician pretéritos,
su nariz huele presentes,
su lengua lame futuros,
busca una esperanza.
Las horas se derriten
en la aridez del tiempo
y el mar se coagula en un huevo.
Está cerca la distancia silencio.
¿Ella está viva?
Está en las volutas de la memoria.
¿Algo persiste?
Sólo el pasado no es suyo.
Su presente es la biografía de la ausencia
y en una ranura se cuela el mañana.
Oye el tic tac.
Es la costumbre de medir el tiempo.
Marta Alicia Pereyra
Morteros, 17-09-2003
Ubel, mi eterno amor:
Es la hora en que los pájaros vuelven a sus nidos, los murciélagos van dejando sus refugios y las luces de la ciudad comienzan a parpadear somnolientas porque el asesinado sol se muere en la hemorragia de sus heridas crepusculares.
Yo estoy saliendo de mi letargo y atisbo la noche recién nacida, mis recuerdos de otras noches de mi eterna vida se me agolpan en la memoria cuando, de entre las nieblas crepusculares de la cercana esquina en penumbras porque están rotos los faroles, apareces y me hechizas con tu silueta aristocrática, tu rostro juvenil y fresco, el cabello oscuro cayendo sobre tu frente... ¡Oh, tu cuello poderoso! Tus espaldas y tu torso llenos de fortaleza viril y vital sobre una pelvis singular y erguida sobre las férreas columnas de tus piernas.
Tu figura y tu juventud toda me encienden de desmesurada sed de beberme tu vida y sé que te seguiré por cielo y tierra hasta hacerte mío por toda la eternidad.
Bajo volando desde mi atalaya y te seduzco y envuelvo en la nube de mi antiguo poder. Me miras al fondo de mis ojos donde anida la noche, recorres mi cabellera más negra que el plumaje de los cuervos, mi suave piel del blancor de la luna y mi boca de maduras fresas sonriendo sólo para subyugarte. Vibran para ti, mi pecho generoso y mis caderas suaves sobre mis piernas esculpidas en una marmórea piel que guardan la entrada a tu eterno paraíso de lujuria que te hará mío para siempre. Me envuelven velos suaves de negras gasas que me dibujan en la noche con fragmentos de luna y memorias del tiempo, mientras en lo alto brillan millones de diamantes en el cielo.
Ya estás hipnotizado por el deseo de auscultar todos mis secretos y te vas a tu casa fascinado y absorto en tu nuevo sentimiento. Tal vez te acostarás en tu cama y yacerás con tu mujer, pero tu alma y el torrente de tu pasión circularán por tu sangre aguardando mi llegada.
Yo te sigo en el laberinto urbano y voy siguiendo tu rastro metamorfoseada en loba. Llego a tu casa, atravieso la reja y corro entre la hierba dentro del cuerpo de una frágil araña, llego a tu ventana e ingreso en tu dormitorio entre el aleteo de tus blancas cortinas, allá te diviso tendido en tu cama junto a la que llamas esposa.
Retorno a mi figura de hembra de la casta de Lilith y me dirijo a despertarte con mis besos y mi concupiscencia sexual y te prometo la eternidad. Me agacho sobre tu rostro y tu cuello; mi boca se bebe, sedienta, tu fuego. Entreabres tus ojos adormilados y sorprendidos que se encienden y se pierden en los míos. Los entrecierras para concentrarte en el más perfecto gozo y me abrazas, me ayudas a tenderme a tu lado en tu lecho matrimonial. Yo sólo sé que sin ti moriré y te beso con arrebato porque será la última vez que lo haga para beber tu sangre. En ese beso me ofrendarás vida y yo te entregaré, a cambio, eternidad. Me harás tuya y serás mío para siempre cuando me penetres victorioso y te sacies. con mi voluptuosidad.
Luego, después de haber contenido suspiros y gemidos en este orgasmo inigualable, dormirás lánguido y desfalleciente y dejarás de ser un común mortal porque te habrás transformado en un eterno seductor de las tinieblas, mi semejante: un vampiro y mi eterno amante.
Esta carta, que dejaré al lado de tu cama, sobre tu mesita de luz, la hallarás cuando despiertes desorientado y confundido y, tal vez, con un apetito de pasión desmesurado. Tendrás ansias de oscuridad, estrellas y lunas, pero no estaré a tu lado para saciarte. Yo me habré ido, no puedo quedarme a esperar a mi enemigo: el día. Tu antigua esposa no se enteró de nuestro amor de anoche, pero en la mañana te observará extraño. Piensa qué explicación le darás de tu nueva existencia. Descansa durante el día porque esta noche tendrás que salir de cacería para alimentar tu eternidad con sangre fresca y cobrar nueva vida.
Mi amado, te espero en Vampiria, nuestro mundo, ya que allí seremos felices por los siglos de los siglos. Te beso con mi húmeda boca roja de tu sangre.
Vampiresa
Marta Alicia Pereyra
Morteros,14-02-05
Marta Alicia Pereyra
Morteros, 25-05-04