Lámparas de miel y oro arden.
Iluminan el camino
que se esconde en la madurez de la niebla.
Las camelias son de porcelana
y se desgarran bajo el ámbar del sol.
El cielo conmovido lagrimea
sobre trémulos lirios.
Las hojas vagabundean y murmuran
abandonadas por un viento desmemoriado.
El aroma de las últimas rosas se desmaya,
se cae sobre el encaje con perlas húmedas
que tejió una araña con fatalidad textil.
Algunos verdes perennes se salvan;
otros, naufragan en la piel del otoño.
En el campo, los alambrados
dibujan pentagramas
para que los pájaros friolentos
entonen canciones que dicen de memoria.
Esta noche, cuando la luna sea una paloma
empalidecerá y anidará cansada de huir
en la cabellera dormida de la noche.
A la vera del sendero, plateará, impiadosa,
las hogueras vegetales
que verterán las estrellas de ceniza
si, tal vez, les quedan en alguna rama.
Yo me confundiré con los grillos
y canturrearé algunos versos ocres
bajo tu mirada frutal de terciopelo.
Marta Alicia Pereyra
Morteros, 12-06-05
Iluminan el camino
que se esconde en la madurez de la niebla.
Las camelias son de porcelana
y se desgarran bajo el ámbar del sol.
El cielo conmovido lagrimea
sobre trémulos lirios.
Las hojas vagabundean y murmuran
abandonadas por un viento desmemoriado.
El aroma de las últimas rosas se desmaya,
se cae sobre el encaje con perlas húmedas
que tejió una araña con fatalidad textil.
Algunos verdes perennes se salvan;
otros, naufragan en la piel del otoño.
En el campo, los alambrados
dibujan pentagramas
para que los pájaros friolentos
entonen canciones que dicen de memoria.
Esta noche, cuando la luna sea una paloma
empalidecerá y anidará cansada de huir
en la cabellera dormida de la noche.
A la vera del sendero, plateará, impiadosa,
las hogueras vegetales
que verterán las estrellas de ceniza
si, tal vez, les quedan en alguna rama.
Yo me confundiré con los grillos
y canturrearé algunos versos ocres
bajo tu mirada frutal de terciopelo.
Marta Alicia Pereyra
Morteros, 12-06-05
No hay comentarios:
Publicar un comentario