Llamaradas aceitunas a la hora de las espigas.
Ella está en silencio.
En una puerta deseaba distancias
y un temblor de máscaras.
Ejecuta un rito de lejanías.
Aún le queda aquel grillo.
¿Para qué? Ella se la pasa esperando
y gana rachas de versos.
A veces, recibe olas de poemas,
a veces, racimos de cuentos.
Se metaliza su voz
y se esconde en su memoria palabras.
Se siente bien.
Todos estamos aquí, con ella;
sus ojos recorren rumores;
sus manos, brújulas de teclas.
Se baña en un mar escarabajo.
Cuando llega,
sólo encuentra la amarillez del trigo.
Marta Alicia Pereyra
Morteros, 28-07-05
Ella está en silencio.
En una puerta deseaba distancias
y un temblor de máscaras.
Ejecuta un rito de lejanías.
Aún le queda aquel grillo.
¿Para qué? Ella se la pasa esperando
y gana rachas de versos.
A veces, recibe olas de poemas,
a veces, racimos de cuentos.
Se metaliza su voz
y se esconde en su memoria palabras.
Se siente bien.
Todos estamos aquí, con ella;
sus ojos recorren rumores;
sus manos, brújulas de teclas.
Se baña en un mar escarabajo.
Cuando llega,
sólo encuentra la amarillez del trigo.
Marta Alicia Pereyra
Morteros, 28-07-05
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