BIENVENIDOS A "LIBELULARIAS" CON LOS TEXTOS LITERARIOS DE MARTA ALICIA PEREYRA BUFFAZ.

Iniciado el sábado 4 de octubre de 2008 en la ciudad de Morteros, provincia de Córdoba, República Argentina y aquí continúo.

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domingo, 20 de noviembre de 2011

249. HUITZILOPOCHTLI SE ENTERA DE QUIÉN ES SU PADRE (recreación del mito mexica o azteca)

Huitzilopochtli, dios de la guerra y el Sol

Coatlicue (falda de serpientes), la Madre Tierra, diosa de la vida y de la muerte, la virgen paridora de cuatrocientos dioses, los surianos o del sur de México, y de Coyolxauhqui, estaba en la sagrada Coatépec, la Montaña de la Serpiente. La madre de los dioses y de los hombres hacía penitencia barriendo el templo.
De improviso, bajó desde el cielo azul una bola de plumas finas azulinas sobre ella y se dijo: “Las guardaré en mi seno para que no se esparzan y tenga que volver a barrer tan duro suelo de rocas. Además, son tan bellas y suaves que me podré adornar con ellas.” Cuando terminó su barrido, buscó sus plumas para volver a admirarlas, pero no las halló. Ella había quedado encinta en forma misteriosa. Así como lo supo ella, lo supieron su hija y sus cuatrocientos hijos que se indignaron y se sintieron deshonrados. Coyolxauhqui les propuso a sus hermanos que mataran a su madre porque pensaron que había perdido su virginidad con algún amante desconocido en un acto perverso.
Coatlicue, la virgen, se espantó cuando se enteró de lo que tramaban, pero el hijo que llevaba en sus entrañas, Huitzilopochtli, la consoló y la tranquilizó cuando le dijo:
—No temas, madre, yo sé lo que tengo que hacer.
Mientras los cuatrocientos hermanos surianos, incitados por la hermana Coyolxauqui, se preparaban para un enfrentamiento bélico, había uno llamado Cuahuitlicac que, fiel al dios nonato, le contaba todos los planes y movimientos de los guerreros surianos y de la hermana.
Cuando sus hermanos y hermana subían la montaña sagrada fuertemente armados para matar a la Madre Tierra, Huitzilopochtli (colibrí zurdo de mano o colibrí del sur), el dios Sol, numen principal de los mexicas y dios de la Guerra, nació adulto y ataviado para enfrentarlos con escudo adornado de plumas de águila, dardos, lanza-dardos azul-turquesa (su divino color). Pintó su rostro con franjas diagonales. Sobre su cabeza fijó plumas y se colocó sus orejeras. En su pequeño pie izquierdo se puso una sandalia cubierta de plumas. Sus piernas y brazos coloreados de color turquesa.
Inmediatamente, se enfrenta a su hermana Coyolxauhqui y, con su arma mortífera, la serpiente hecha de teas, le cortó la cabeza y la arrojó al cielo donde se convirtió en la Luna. Enseguida persiguió a los 400 surianos que dieron cuatro vueltas en torno a la montaña sagrada. Ellos fueron arrojados al espacio y se convirtieron en las estrellas del firmamento. Los pocos que pudieron escapar se dirigieron al sur, por eso los llaman surianos.
La Madre Tierra lamentó tanta violencia, pero no pudo impedirla.
Nadie apareció como padre de Huitzilopochtli y la paridora siguió conservando su virginidad para siempre.

Coatlicue (falda de serpientes), la Madre Tierra, diosa de la vida y de la muerte.

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Un amanecer renacía, como cada día, del inframundo yo, Huitzilopochtli, el dios Colibrí, para dar vida y entibiar la Montaña de la Serpiente, Coatépec. Yo, el dios que no tiene padre a quién pedirle un consejo, recorría el jardín de mi madre y un viejo mexica o azteca que había bebido alcohol en exceso, le gritó al muro de rocas que lo circundaban:
—Cuando curé el ala quebrada de un águila que estaba condenada a morir, ella, en recompensa, me confesó el secreto del padre del dios Huitzilopochtli. Era este: el cielo azul de los mexicas se enamoró de la Madre Tierra y le pidió a las aves una ofrenda de plumas azulinas y brillantes para obsequiarle. Solo los colibríes le trajeron suaves y resplandecientes plumas, luego el Sol las besó y en ese manojo se escondió su semilla divina que fecundó a la Madre Tierra. De ella, virgen y madre, brotó su hijo Huitzilopochtli que es el Sol que renace cada amanecer, la luz, el amor y el guía del pueblo mexica. El Cielo es el protector de todas las aves que lo habitan, pero en los colibríes quedó atrapado el brillo del cielo y del Sol como retribución.



Nota: Trabajo de recreación del mito mexica o azteca.
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Observaciones (fragmento tomado del blog de Julie Sopetran): http://magiasdemexico-julie.blogspot.com/
Los aztecas tenían ya celebraciones muy similares a las cristianas. Por ejemplo, en el invierno, durante los meses de noviembre y diciembre, solsticio de invierno, los indígenas celebraban la venida de Huitzilopochtli, dios de la guerra y del sol. El culto que le rendían era el de ayunar y ofrecer sacrificios al Dios Sol, se encendían hogueras, quemaban maderas aromáticas y preparaban manjares deliciosos, para que la vida les fuera próspera en el nuevo año.

Ellos caminaban hacia el mictlan que es donde descansan  los muertos.  Huitzilopochtli, tomaba su descanso, renacía en forma de colibrí y eso ocurría entre el 24 y el 26 de diciembre en los templos de Malinalco, que significa la flor de Malinalli, que tal vez es la flor seca del maguey, la hierba torcida, o también una planta enredadera parecida al zacate que tiene los frutos amarillos que se utiliza para crear utensilios.

Más tarde llegaron los españoles con la imposición del catolicismo y las costumbres se fusionaron, algunas se perdieron, pero otras son una mezcla que se hace imperecedera. La historia dice que fue el agustino Fray Diego de Soria, el que obtuvo el permiso del Papa Sixto V, para celebrar nueve misas que llaman de aguinaldo, antes del nacimiento de Cristo, coincidiendo con las fiestas que los indígenas celebraban dedicadas a Huitzilopochtli. Así surgió, una vez más el sincretismo religioso de un país tan rico en historias como lo es México.

Las posadas pues, comienzan con los frailes españoles en el Siglo XVI, (1587). Fue en el poblado de San Agustín Acolmán, al noroeste de la ciudad de México. Estos misioneros reviven y representan el camino de María y José buscando posada para que María pueda dar a luz al Niño Jesús. La posada termina en fiesta, cena y baile, canto de villancicos y todo muy animado. Consiste en pedir posada, canciones versificadas donde se entablan diálogos y también consiste en romper una "piñata". Se representan escenas navideñas, se celebra la Santa Misa, y se encienden luces de bengalas, cohetes, piñatas y villancicos.   
No habrá posada si en la casa no hay armonía, color, luz, alegría, comida, fiesta y sobre todo si no se han preparado deliciosos manjares, un buen ponche de frutas, elaborado con canela, cañas, tejocotes, pasas, ciruelas, cáscara de naranja, frutas y azúcar, todo ello hervido en agua durante unos cuarenta y cinco minutos, el sabor de la manzana y la guayaba le dan el gusto apropiado de un buen ponche que todos degustan con algarabía de fiesta navideña.
En el siglo XVIII, la celebración tomó más fuerza realizándose, en vez de la iglesia, en los barrios, en casas particulares, en escuelas y plazas y además de villancicos y pastorelas, los cantos ahora son más populares.
La piñata, aunque su origen se cree que es chino, se usa y caracteriza en México, especialmente, dicen que fue Marco Polo el que llevó la costumbre a Europa y luego luego a América, especialmente a México, Guatemala, Colombia, donde es tradición romper una piñata también en los cumpleaños, aniversarios etc.. En Navidad, debe de hacerse en forma de estrella con siete picos, cada pico se considera que es un pecado capital y todos los dulces y las frutas que de ella saldrán al romperla, son el símbolo de las bendiciones que recibe todo aquel que participa en su ruptura.
Los pecados capitales son siete: soberbia, avaricia, lujuria, ira, gula, envidia y pereza.   Todo tiene su misterio y significado, la piñata se ha de romper con un palo, que ostenta la fortaleza y la fuerza divinas. El que la rompe representa la fe. Se vendan los ojos, esto simboliza la fe ciega en Dios, y los palos se dan a ciegas hasta que se logra atinarle y romperla entre los voceríos de la gente.  Cuando se rompe caen por el suelo y vuelan por el aire los dulces, las frutas de que estaba rellena, esta delicia de todos es como la  recompensa y el don hermoso de vencer los pecados y las ofensas cometidas durante el año, de esta manera se fortalece la humildad, la pobreza, la generosidad, la paciencia, la caridad, la templanza y la diligencia .
En cada región de México el pedir posada, se hace de distinta manera, lo que sí me llama la atención es que siempre se pide posada en verso, los que cantan desde afuera y los que responden desde adentro. Versos que se repiten y que están vivos durante este tiempo y saben de memoria tanto los mayores como los niños que los van aprendiendo para seguir las tradiciones.
Bien podríamos decir que la posada se parece a una procesión que la encabezan dos personas vestidas con los trajes que personifican a José y a María, un burro y luego los peregrinos que siguen con velas o faroles encendidos, cantan letanías hasta llegar a la puerta donde se pide la posada y ahí empiezan los versos, después de los cantos se abre la puerta y se les da posada con gran alboroto, se prenden luces, empiezan los cohetes y se rompe la piñata con los ojos vendados y todo se termina con el ponche.
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Un sincretismo, en antropología cultural y religión, es un intento de conciliar doctrinas distintas. Comúnmente se entiende que estas uniones no guardan una coherencia sustancial. También se utiliza en alusión a la cultura o la religión para resaltar su carácter de fusión y asimilación de elementos diferentes.  http://es.wikipedia.org/wiki/Sincretismo

Origen del culto a la Virgen de Guadalupe en el Tepeyac
El Tepeyac era el centro del culto a la diosa de la tierra antes de la llegada de los españoles. 
Desde la época prehispánica, el Tepeyac había sido un centro de devoción religiosa para los habitantes del valle de México. En esta eminencia geográfica localizada en lo que fuera la ribera occidental del lago de Texcoco se encontraba el santuario más importante de la divinidad nahua de la tierra y la fertilidad. Esta diosa era llamada Coatlicue (cóatl-cuéitl, ‘señora de la falda de serpientes’, en náhuatl), que por otros nombres también fue conocida como Teteoinan (téotl-nan, ‘dios madre’, o madre de los dioses, en náhuatl) o Tonantzin (to-nan-tzin, ‘nuestra adorable madrecita’, en náhuatl). El templo de Tonantzin Coatlicue fue destruido completamente como resultado de la Conquista.

Conocedores de la importancia religiosa del santuario indígena del Tepeyac, los franciscanos decidieron mantener en el lugar una pequeña ermita. La decisión de mantener una ermita ocurrió en el marco de una intensa campaña de destrucción de las imágenes de los dioses mesoamericanos, a los que se veía como una amenaza para la cristianización de los indígenas. Uno de los primeros registros sobre la existencia de la ermita corresponde a la década de 1530. Los indígenas se dirigían al lugar siguiendo la tradición prehispánica. Dos décadas más tarde, no solo los indígenas acudían a la ermita del Tepeyac a venerar ―según documentos de la época― la imagen aparecida de la Virgen María. En efecto, a mediados del siglo XVI, la devoción hacia la imagen se había extendido entre los criollos.

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Marta Alicia Pereyra Buffaz
Morteros, 04-10-11
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