
.....Una noche soñé con él. Ese hombre estaba descansando en la arena mientras el juncal empenachábase de altas orejas aterradas y la luna mostraba su desnudez zurcida y pespunteada de cráteres grises. Desde lo alto de una duna de la playa, mis ojos protuberantes y estáticos lo atisbaban.
.....Cuando por los tortuosos pasadizos de las venas de mi cuerpo empezó a arder su identidad inescrutable, llegó una figura extraña, tal vez una mujer, con una túnica negra como una mortaja que se fue deslizando por su silueta hasta el suelo. Ella, obscenamente desvestida y codiciosa, comenzó a hurgar cada pliegue y llano de esa piel de oro con los dedos de sus manos. Se fundieron en una sombría fraternidad de abrazos y besos hasta caer exhaustos y bajo el temblor de tenues élitros de insectos negros.
.....Como yo me sentía asfixiada en vapores de sangre y celos, apenas alcancé a divisar cuando se iban y los seguí lo más rápido que pude acallando mi rabia. Fueron muy juntos un trecho hasta que ella continuó sola hacia el norte y él atravesó la puerta de hierro del camposanto. En ese momento me despertó un desolador lamento que salió de mi boca.
.....Cuando por los tortuosos pasadizos de las venas de mi cuerpo empezó a arder su identidad inescrutable, llegó una figura extraña, tal vez una mujer, con una túnica negra como una mortaja que se fue deslizando por su silueta hasta el suelo. Ella, obscenamente desvestida y codiciosa, comenzó a hurgar cada pliegue y llano de esa piel de oro con los dedos de sus manos. Se fundieron en una sombría fraternidad de abrazos y besos hasta caer exhaustos y bajo el temblor de tenues élitros de insectos negros.
.....Como yo me sentía asfixiada en vapores de sangre y celos, apenas alcancé a divisar cuando se iban y los seguí lo más rápido que pude acallando mi rabia. Fueron muy juntos un trecho hasta que ella continuó sola hacia el norte y él atravesó la puerta de hierro del camposanto. En ese momento me despertó un desolador lamento que salió de mi boca.
Marta Alicia Pereyra
Morteros, 16-01-07