
Me acuerdo. Fue en mi niñez,
en un día muy frío,
cuando hablamos con mamá,
angelito siempre mío.
Algo se dijo también
de tu mirada y tus alas.
Mis años me dejan ver
tu imagen sobre mi cama.
¡Quién sabe por qué perdí
al angelito rosado!
¿Dónde habrá ido su imagen,
cómo se habrá volado?
¿Quién me habrá regalado
este ángel distraído
de mirada tan celeste
y casi decaído?
Sus dos brazos regordetes
apoya sobre la mesa,
con la mano izquierda
sostiene su cabeza.
Bucles le rodean la cara,
sus ojos miran al cielo.
¿Por qué no me mirabas
cuando pedía consuelo?
Marta Alicia Pereyra
Morteros, 07-07-06
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