Soy las gotas que golpetean
el tambor del cinc.
Soy el arrullo del caracol,
el temblor tornasolado,
amante de la hierba temblorosa
cuando la enjoyo de perlas y nácar.
Siento la cicatriz del relámpago
cuando mi susurro se desliza
derramado por las fauces de la gárgola.
Siento el silencio transparente
del ave apacible en su refugio
de húmedas esperas.
Y siento el grito desnudo e inquieto,
el canto triunfal y vencedor
como un himno recién nacido
cuando brota la vida nueva.
Marta Alicia Pereyra Buffaz
Morteros, 11-09-19
2 comentarios:
Bonitos versos, y ahora que llegan ya las primeras lluvias otoñales, quedan perfectos. Un abrazo.
¡Gracias, querida Rita, por tu visita y comentario! Por estos pagos del hemisferio Sur está llegando Doña Primavera con todos sus atributos gloriosos.
Abrazo.
Publicar un comentario