Ellos, los primeros hombres,
al principio del tiempo,
te vieron asomar entre las nubes.
Tu resplandor se hizo rayos
y te nombraron DIOS.
Cuando tuvieron hambre y frío,
les diste alimento y calor.
Cuando tuvieron miedo,
te ofrecieron sacrificios.
Cuando sintieron culpa,
te pidieron perdón.
Cuando se acercaba la muerte,
te oraron por más vida.
Cuando hicieron la guerra,
invocaron tu nombre.
Cuando sintieron felicidad,
te cantaron himnos y levantaron templos.
Hoy te quedas en mi piel
y siempre me asombra tu esplendor.
2 comentarios:
Bonitos versos. Un placer leerlos. Besos.
Gracias, Rita, por tu visita y por tu comentario. Cariños.
Publicar un comentario