BIENVENIDOS A "LIBELULARIAS" CON LOS TEXTOS LITERARIOS DE MARTA ALICIA PEREYRA BUFFAZ.

Iniciado el sábado 4 de octubre de 2008 en la ciudad de Morteros, provincia de Córdoba, República Argentina y aquí continúo.

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lunes, 3 de noviembre de 2008

94. EL EXTRAÑO CASO DEL SOMBRERO PUNTIAGUDO









Aquel viernes, a la salida de la clase de teatro, continuábamos entusiasmados con las improvisaciones y, entre saludo y saludo, Lucrecio, un aprendiz de mago, nos invitó a su casa a tomar un café.
Mientras nos dirigíamos a nuestras bicis, eché una ojeada a la tarde que estaba tendida en el cielo. Montamos nuestros vehículos y nos lanzamos en pos del mago que nos guió a su residencia.
Cuando llegamos, me llamó la atención un pozo que bostezaba en el jardín, me pareció recién cavado porque, junto a él, yacía un limonero y una pala abandonada. Entramos en la casa bromeando y riendo y le pedimos al dueño que nos detallara sus actuaciones. Mientras nos narraba sus anécdotas, se iba poniendo un poco nervioso hasta que nos pidió que no le contáramos a nadie lo que nos iba a mostrar. Se fue de la habitación y volvió trayendo una caja con una tapa de doble cerradura y nos dijo:
—Encontré este baúl en mi jardín cuando cavaba un pozo...
—¡Ya sé! Vi el pozo boquiabierto cuando entraba y, junto a él, un limonero y una pala —lo interrumpí siguiendo mi casi habitual mala costumbre.
—¿Lo viste? —preguntó con los ojos muy abiertos y añadió— Mientras cavaba, sentí que la pala golpeaba contra algo duro y resultó ser este baúl de madera reforzada con chapas de hierro. No tuve tiempo de abrirlo porque se me hacía tarde para ir a la clase de teatro. Así que ahora, ustedes me ayudarán a abrirlo para ver qué contiene... si logramos destrabar esta cerradura.
Se acercó Matías, que trabajaba en una cerrajería, pero como no pudo hacer nada, anunció:
—Me voy hasta el taller y traeré herramientas apropiadas.
Luego, oímos cuando arrancaba el motor de su moto y comenté impaciente:
—Yo no aguanto la curiosidad. Me voy a buscar la pala que vi al llegar.
Con golpes de pala, con una palanca y un martillo que trajo el anfitrión, logramos abrir el viejo baúl.
—¡¿Qué hay adentro?! —exclamaron Natalia y Patricia.
Nos agachamos mientras la luz de la lámpara pestañeó por una baja del voltaje del fluido eléctrico y descubrimos algunos elementos que contenía la misteriosa caja.
Natalia sacó un vestido blanco amarillento con una mancha oscura en el delantero; parecía un antiguo vestido de novia. Patricia se acercó y extrajo un par de zapatos rojos con tacones y se entretuvo observándolos. Yo encontré un anticuado sombrero negro de copa puntiaguda que me atrajo porque siento debilidad por ellos.
Lucrecio se fue a preparar el café, mientras nosotras nos imaginábamos personajes para esos atuendos que nos probamos frente a un vetusto espejo biselado. ¡Es tan placentero lucir prendas y desfilar con amigas delante de un espejo! Natalia envolvió su cuerpo con el traje de novia y fue entonces cuando emitió un terrible grito, un largo lamento, y la vi caer al piso. Mientras tanto, Patricia se había calzado los zapatos rojos y se lanzó a correr con ellos por toda la habitación. Al mismo tiempo, yo me colocaba el antiguo sombrero sobre mi cabeza y comencé a apreciar que mi cuerpo ardía de calor, bajé mi ojos y me contemplé en lo alto de una hoguera de leña en las que danzaban unas llamaradas de fuego rojas y amarillas. Yo estaba, para mi desventura, atada a un poste. Miré hacia ambos lados y vi una multitud enardecida de furia que gritaba amenazante con los puños levantados:
—¡Muere, bruja maldita!
—¡Ve a hacerle compañía al demonio!
Divisé en primera fila a una mujer que lloraba, se tiraba de los cabellos y gritaba:
—¡Por tus hechizos, mi hija se suicidó el día de su boda! ¡Su prometido se fue con ese gitana de zapatos rojos que le envenenó el corazón!
—¡Paga tus culpas! ¡Muere en la hoguera, bruja malvada!
Comencé a entender lo que me sucedía mientras las llamas me cercaban y fue tal mi desesperación que grité y grité pidiendo auxilio. Hice tanta fuerza para desatarme y librarme del ardor de las llamas y del humo que me asfixiaba, que se me salió el sombrero que voló por los aires y comencé a caer de esa terrible pira donde me querían quemar viva.
En ese mismo instante, mientras iba cayendo, la fogata desapareció y me hallé, nuevamente, en la sala de Lucrecio, pero yacía tirada en el piso. Me sentía desorientada y sofocada cuando apareció Matías, quien había vuelto de la cerrajería donde trabajaba, con una ganzúa para abrir el funesto baúl. Nos preguntó estupefacto, qué había sido del contenido de una botella de ginebra, que aparecía entre los objetos variados y desordenados que estaban sobre la mesa, ya que le quedaba sólo un pequeño resto de bebida; nos ayudó a incorporarnos del piso y nos acusó de estar alcoholizadas.
Simultáneamente, Lucrecio llegaba desde la cocina con el café y se quedó boquiabierto al observar el desorden reinante.
Natalia continuaba angustiada y murmuraba incoherencias acerca de una boda, una gitana y su suicidio. Patricia susurraba atemorizada que estaba huyendo de unos extraños individuos que la perseguían con palos y horquillas; cada dos minutos, todavía se sigue dando vuelta para comprobar si vienen detrás de ella. Yo sigo amedrentada y siento pavor por la muerte que me incrustó sus garras.
Dirigí mis ojos a la ventana de la sala y contemplé la cara de la Luna asomándose entre los brazos de los árboles y parpadeando a la noche mientras pensaba: “No volveré a las clases de teatro”
Para colmo, nadie me cree, ni siquiera cuando les muestro una ampolla por una quemadura de segundo grado que me quedó en mi tobillo derecho.



Marta Alicia Pereyra
Morteros, 17-04-06

4 comentarios:

lanochedemedianoche dijo...

Hola Libélula; qué hermoso relato, me recuerda aquellos contados por mi madre.

Se murió tu mascota pero se fue feliz así de la misma manera, no estés triste.

Besitos

sinuhe dijo...

Hola mi querida amiga, vengo a auxiliarte,
Ya que ley el comentario que le hiciste
A media noche, a ver pica en el cuadradito
Pequeño azul, que tiene medianoche, debajo de los enlaces,
Entraras en su estadística, si te gusta puedes registrarte,
Y ponerlo en tu blog, es de gran ayuda y muy bueno,
Espero que te sirva de algo, un besote SINUHE

MaLena Ezcurra dijo...

Me impregno de tristeza, el relato, siempre las perdidas me dejan así.

Te abrazo fuerte, mucho.



MaLena

Marta Alicia Pereyra Buffaz dijo...

Gracias, amigos, por sus comentarios.

Me parece que Malena está triste pero no sé por qué... ¿Leíste, Malena, el relato?... ¡Estoy convencida de que nooooo...

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