Abro mi mano... ¡Oh!
¡Las palabras huyen despavoridas!
Las persigo y las traigo,
las tomo de sus manos,
de sus alas, de sus faldas,
de sus sombreros, de sus orejas,
de sus rabos, de sus rulitos.
¡Son tan caprichosas!
Se amontonan en palabrerías
y se ponen a demandar,
protestan horas y horas.
Después se quedan en silencio
y se duermen en los rincones
o se esconden en algún tugurio.
¿Cómo voy a encontrarlas?
¡A veces, tengo que ser detective!
Voy sin hacer ruido, con mi lupa,
y las descubro.
Ellas se sorprenden
y dóciles, si quieren, se vienen conmigo.
Marta Alicia Pereyra
Morteros, 28-04-05
4 comentarios:
Estoy aquí en tu blog, sorprendido por la naturalidad conque expresas en el poema el tratamiento por la palabra35758, que es la que nos nutre.
Gracias por pasarte por mi blog.
Un beso.
Gracias, Carlos, por tu comentario y paso por este rinconcito.
Traviesas y caprichosas las palabras. Pero que dóciles a veces y que placer nos causan sus pequeños abrazos.
Saludos
http://poemasdeshanna.blogia.com
Gracias, Trini.
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