LA CRUZ INVICTA de Marta Alicia Pereyra Buffaz
foto: Soledad Montenove
Bajo la negritud de un toldo de nubes
se tienden las sombras del horizonte anochecido.
Entre ellos, la ranura del tiempo resbala
y estría el cielo en un desgarrón sin nubes.
En su mismo centro, el más antiguo de los dioses
se escurre y abre su boca en una carcajada de sangre.
En el ocaso desmigaja su oro en derrota
y se marcha a su destierro elevando quejas
como un ejército de rayos malva en abanico de reflejos.
La cruz de Cristo, espada invicta, se yergue,
y exorciza al escudo resquebrajado del arcaico Helios.
Es la hora de la nevada tibia de fragancias y suspiros:
calla el día y ya las aves retornaron a sus nidos.
La batalla ha terminado y las rosas púrpuras
acarician la cúpula con la cruz de hierro.
Me estremece el último aliento del día
cuando oigo el tañido de la campana
y el primer canto del grillo en el crepúsculo…
Marta Alicia Pereyra Buffaz
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