A mis
queridos/as talleristas forjadores de sueños literarios.
Cuando el Otoño se desperezaba en su nido ocre,
comenzamos el conjuro secreto y ritual:
Invocar a las palabras esquivas, remolonas,
resbalosas…
Las estudiamos, las engañamos con argucias…
¡Ellas no se dejaban convencer y se escurrían
burlonas!
Como a luciérnagas, queríamos atraparlas,
pero ellas, siempre rebeldes, se escabullían por
allí…
Muchas veces, venían en tropel y, mansas como
fierecillas disfrazadas,
se dejaban atrapar y enjaular en la hoja rayada de
barrotes
o se desgranaban en la planicie blanca de otra hoja
o quedaban seducidas por la pantalla de un celular.
En los ventanales, fluía el oro tibio de la tarde.
Afuera, los virus se agazapaban en los miedos
oscuros.
A nosotros, nos salvaba la poesía, virgen y eterna
salvadora,
cuando recorríamos su laberinto secreto de
susurros.
El Invierno hirsuto de amenazas a la deriva
se fue haciendo y deshaciendo en versos.
Llegó la narrativa y desnudó algunos de sus
secretos
cuando la palabra tejedora se hizo historias.
La Primavera se abrió en pimpollos de ilusiones,
nos abrazó de esperanzas y lecturas de palabras en
fila india.
Los relatos fructificaron los jueves en la voz y
habitaron nuestros oídos.
Hoy, despedimos el culto a la palabra personal y
buscadora.
Ya hemos sembrado su semilla de oro y lágrimas,
Ya hemos celebrado la amistad y los sueños.
Por ahora, derrotamos algunos miedos…
¡Seguiremos en el surco de la palabra!
¡Revivamos su aroma milenario!
¡Perfumemos nuestra vida con la palabra literaria!
Marta
Alicia Pereyra, Morteros, 07-12-2021
Despedida en el 30º Aniversario del Taller
Literario de la Biblioteca Popular “Cultura y Progreso” de Morteros