El canto de un grillo solitario
besa la boca en flor de la Luna
cuando la noche se acuesta perezosa
y se derrumban en silencio las estrellas
sobre el vidrio de mi ventana.
Ahora, chirría una lechuza
mientras aletea en su vuelo
pálido de silencio
sobre el estallido negro de la noche.
Ya vuelve a su refugio la hormiga
y la araña, a su grieta en la pared
cuando una abeja perdida da vueltas por ahí.
El silencio abriga mis sueños,
pero un tropel de recuerdos
comienza su vigilia.
Son muchos y llegan de repente
desde el umbral de mi vida.
Cierro mis ojos, pero no se van
y comienza el desfile otra vez:
Las esperanzas se quedan donde están.
Las mentiras se disuelven
y yo me quedo dormida.
Marta Alicia Pereyra Buffaz
Morteros, 31-07-19